Cuarenta minutos habían pasado de la medianoche del 30 de septiembre de 1974. La calle Malabia, entre Las Heras y Libertador, estaba en penumbras. Un Fiat 125 estacionó frente un garage, a la altura 3351. Un hombre bajó y empezó a levantar las puertas metálicas del estacionamiento. Su esposa lo miraba desde la ventanilla. Cuando el hombre regresaba al auto, una fortísima explosión iluminó la noche. El Fiat explotó en mil pedazos: tenía una bomba colocada bajo el asiento del conductor. Todos los vidrios de la cuadra quedaron hechos polvo. Los vecinos que presenciaron el hecho aún recuerdan la imagen, digna de uno de los infiernos del Dante: uno de los cuerpos, desmembrado; otro, sin brazos ni cabeza, ardía en la cabina. Se trataba del ex general Carlos Prats y de su mujer, Sofía Curthbert, que recién pudieron ser identificados al día siguiente. Prats había sido comandante del Ejército chileno y ministro del Interior de Salvador Allende. Las alas del Plan Cóndor –la coordinación represiva entre las dictaduras del Cono Sur– comenzaban a aletear en la región.
La justicia argentina determinó que ese crimen fue ideado y llevado a cabo por el espía chileno Enrique Lautaro Arancibia Clavel. El apodo con el que contaba no lo ayudó: en su país lo llamaban El Dinamitero. Un recuerdo juvenil, de cuando integraba las patotas de la ultraderecha que complicaban el gobierno de Allende y ponía bombas por doquier. Precisamente había llegado a la Argentina prófugo de la justicia militar: tenía una causa en su contra por colocar explosivos tras la elección del presidente de la Unión Popular.
Arancibia Clavel fue detenido a fines de 1996 en Buenos Aires. Cuatro años después, un tribunal oral lo condenó a prisión perpetua por el crimen de Prats y Curthbert. En octubre de 2004 otro tribunal le agregó doce años de cárcel por el secuestro en Buenos Aires de sus compatriotas Laura Elgueta Díaz y Sonia Magdalena Díaz Ureta, de 18 y 21 años. Participó en estos hechos en su calidad de jefe de la estación local de la Dina, la temible policía secreta de Augusto Pinochet. El 13 de agosto de 2007 –debido a una polémica aplicación del dos por uno– le fue otorgado el beneficio de la libertad condicional. El dos por uno establecía que, cumplidos los dos primeros años de prisión preventiva, cada día que una persona sin condena firme transcurriera detenida se le debía computar como doble.
Pero ahora Arancibia Clavel podría volver a prisión. Es que la Corte Suprema de Justicia estudiará a partir de febrero –tras la feria judicial– si fue errónea su liberación. Lo hará a partir de un dictamen firmado el 21 de diciembre por el procurador general de la Nación, Esteban Righi, que accedió a un pedido del fiscal Pedro Narvaiz. Los funcionarios sostienen que fue incorrecto el mecanismo utilizado para liberar a Arancibia Clavel.
“El 10 de noviembre de 2006, el Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº 5 unificó ambas penas impuestas y condenó a Arancibia Clavel a la pena única de reclusión perpetua, inhabilitación absoluta por el tiempo de la condena, accesorias legales y costas. En este contexto, el secretario del TOF 5 procedió el 19 de marzo de 2007 a computar el tiempo de detención del condenado, operación a la postre avalada por el doctor Guillermo Andrés Gordo”, señala el dictamen de Procuración. Que añade: “Arancibia Clavel había obtenido el beneficio de la libertad condicional tras permanecer detenido aproximadamente once años y seis meses, no obstante haber sido condenado por crímenes de lesa humanidad a las penas de reclusión perpetua (caso Prats) y de reclusión por doce años (caso Elgueta)”.
Para Righi, la resolución del juez de Ejecución “constituyó una derivación inmediata y necesaria del cómputo de detención practicado previamente por el TOF 5”, uno de los tribunales federales más polémicos. El procurador argumentó que “el resultado de dicho conteo estuvo determinado por una aplicación ultraactiva del artículo 7 de la ley 24.390”. Se refiere a la norma que determina los plazos de la prisión preventiva. Righi sostuvo que, además, se sumaron “dos circunstancias erróneas adicionales”. Una: el tratamiento de “preso sin condena” dispensado a Arancibia Clavel hasta el 18 de julio de 2006, fecha en que quedó firme la segunda condena impuesta, pese a que cumplía condena firme en otra causa desde el 8 de marzo de 2005. Dos: “La recepción amplia de la doctrina Méndez”, un fallo de la Corte Suprema sobre las penas de reclusión perpetua.
La familia de Arancibia Clavel restó importancia al pedido de Procuración. El abogado Francisco Balart, esposo de Patricia Arancibia Clavel, recordó que la aplicación del beneficio ya fue revisada judicialmente hace dos años y el juez dictó “cosa juzgada”. Por eso Balart dijo que el dictamen de Righi “no tiene destino jurídico”. La pelota está ahora en la cancha del máximo tribunal.
Un agente suelto en Baires. Después del criminal golpe de Estado de Pinochet contra Allende, Arancibia Clavel cruzó la cordillera. Su trabajo legal era como representante del Banco del Estado de Chile. Pero sus labores reales estaban relacionadas con la policía secreta pinochetista. El banco era su cobertura como agente de la Dina. En Argentina usó el nombre Luis Felipe Alamparte. Con ese nombre no sólo figuraba en la nómina de esa sucursal. También así lo conocían los militares argentinos con los que se relacionaba. Arancibia Clavel era el enlace entre la inteligencia chilena y el Batallón 601. Su contacto era el subjefe de aquel organismo, el coronel José Osvaldo Ribeiro. El chileno y el argentino tuvieron un importante rol en la puesta en marcha del Plan Cóndor. Hasta los dos viajaron en agosto de 1975 a la capital chilena para asistir a una reunión preliminar de aquella cofradía.
Es más: durante la noche del 2 de noviembre de ese mismo año, Arancibia Clavel y Ribeiro perpetraron el secuestro del militante del MIR Jean Claudet Fernández. Fue el bautismo de fuego del Plan Cóndor en Argentina. El agente pinochetista no tardó en enviar un telex al jefe del Servicio Exterior de la Dina para informar el éxito de la acción. El mensaje concluía con las siguientes palabras: “Claudet ahora ya no existe”. También se le atribuye la Operación Colombo: militares trasandinos hicieron aparecer en territorio argentino los cuerpos de 119 desaparecidos chilenos. Eran cadáveres mutilados de desaparecidos locales a los que les plantaron los documentos de las víctimas del país vecino. La escena se montó para instalar la versión de que las víctimas no habían sido secuestradas sino que cruzaron la frontera para luego masacrarse entre sí, en el marco de un enfrentamiento interno.
A fines de 1978 Chile y Argentina estaban a punto de entrar en guerra por el canal de Beagle. En ese entonces, Arancibia Clavel fue arrestado por lo que era: un espía chileno. Fue secuestrado por agentes de la side en su domicilio. Allí vivía con un bailarín que trabajaba con Susana Giménez. En la casa encontraron carpetas agrupadas en forma correlativa, con detalles de las tareas hechas por la inteligencia pinochetista en territorio argentino. También había una copia de sus informes enviados a Santiago. Y cada una de las respuestas e instrucciones suscriptas su jefe.
Uno de esos papeles hizo que una patota de la Armada tomara intervención en el asunto. Se trataba de un informe que revelaba una relación amorosa entre el ex almirante Emilio Eduardo Massera y la vedette Graciela Alfano. El informe describía con minuciosidad los regalos que el jefe naval le dispensaba: pieles, joyas y un departamento. Massera se enojó mucho. Los marinos se ensañaron de tal modo con Arancibia Clavel que le fracturaron todos los dedos. Desde entonces sus manos tienen un constante temblor.
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