El bisemanario Perfil publicó el martes pasado una nota en su sitio web con el objetivo de descalificar la fotografía y el artículo que Miradas al Sur difundió en su edición 133 del domingo 5 de diciembre pasado. En ella se dio cuenta de la presencia de Joaquín Morales Solá en lo que, presumiblemente, era un centro clandestino de detención. El argumento central es que la fotografía no se publicó en forma íntegra sino que fue editada por Miradas , con el propósito de evitar que se viera que junto a Morales Solá había un fotógrafo.
Es tan burda la actitud de Perfil que, al citar el título de la nota dice Morales Solá al desnudo, cuando en realidad fue Morales Solá al descubierto. ¿Ligereza, falta de profesionalidad? ¿O simplemente un fallido? En realidad, la fotografía en sus dos versiones muestra casi lo mismo: a la izquierda de Morales Solá se ve a un hombre con campera de cuero negra. En la foto ampliada llega a verse que lleva consigo lo que parece una máquina fotográfica. La publicada por Miradas no exhibe ese detalle. El original en nuestro poder está copiado de esa forma. La diferencia entre una y otra radica en que una muestra un poco más que la otra. Nada más.
En la época en que fue tomada esa foto, los reporteros gráficos del diario La Gaceta eran los dos hermanos Font, Daniel Más y Armando González, cuatro destacados profesionales. Ninguno de ellos es el que aparece en la fotografía en cuestión. Es posible que Morales Solá tenga la oportunidad de aclarar ante la Justicia qué hacía allí, ya que fue citado por la Justicia (ver la nota de Ramiro Rearte). De paso, podrá también informar lo que sabía. La Justicia podrá contar con todas las notas escritas por Morales Solá en La Gaceta y en Clarín, en las que anticipaba algunos hechos y elogiaba el accionar militar. Y podrá preguntarle porqué había tantas coincidencias entre el plan de acción psicológica del Ejército y sus informaciones y comentarios.
También resulta interesante una derivación de la publicación de la fotografía por este medio. Una ex detenida desaparecida, sobreviviente de la Escuelita de Famaillá, se comunicó con quien escribe estas líneas para contar que en ese lugar todos los prisioneros eran fotografiados apenas sus captores los ingresaban. Con la precaución de hacerlo antes de las sesiones de tortura. Esta mujer dijo que, apenas vio la fotografía, creyó reconocer a ese fotógrafo, por más que no se le viera el rostro. Ocurre que, para retratarla en la Escuelita, el propio fotógrafo la destabicó (le sacó la venda que cubría sus ojos). En esa circunstancia lo vio, primero, de espaldas y de frente después. Al ser liberada, mientras viajaba en un colectivo por las calles de San Miguel de Tucumán lo reconoció. Primero, cuando lo vio desde atrás (estaba sentado delante suyo). Después, cuando se paró de su asiento para descender lo vio de frente y no tuvo dudas: confirmó que era el fotógrafo del campo de concentración.
Según Morales Solá, en la época de la foto en cuestión “tenía 25 años y estaba amenazado por la Triple A” y “estaba trabajando, cubriendo un hecho, haciendo periodismo”. En su breve declaración a Perfil , Morales Solá no se privó de deslizar críticas al canciller Héctor Timerman y al ex presidente Néstor Kirchner, dos personas que nada tuvieron que ver con el Operativo Independencia ni con las notas publicadas en Miradas al Sur. También dijo que agentes de la Side revisaron los archivos del diario La Gaceta de Tucumán “y sólo encontraron esa foto en la que estoy trabajando para el diario”. Mentira, a esa foto la encontré yo, que investigo desde hace décadas el Operativo Independencia, sobre el que publiqué un centenar de notas. Desafío a Morales Solá a mostrar un solo testigo que confirme la presencia de supuestos agentes de la Side buscando antecedentes suyos en Tucumán. Eso es un invento de alguien que está acostumbrado a citar en sus notas decenas de fuentes que no se pueden confirmar porque solo existen en su imaginación, frondosa e inescrupulosa.
Extrañamente, Morales Solá sólo habla de esa fotografía, pero no dice nada sobre los textos de las notas publicadas en Miradas al Sur. ¿Será que confía más en la importancia de la imagen respecto de la palabra escrita? Cualquier profesional seguro de su comportamiento se preocuparía más por la comparación de textos suyos con las instrucciones de la acción psicológica de los militares, lo que se demostró en la edición del 5 de diciembre pasado.
Morales Solá tampoco se preocupó en aclarar o desmentir lo que reveló un documento desclasificado de los Estados Unidos: que Videla era un “viejo amigo suyo” ante quien realizó una gestión a pedido de la embajada norteamericana. En realidad, Morales Solá tendría que haber respondido ya sobre las muchas acusaciones que pesan en su contra. Probablemente ahora lo haga, si la Justicia Federal de Tucumán accede al pedido del fiscal para que lo convoque como testigo, solicitud basada en las notas publicadas por Miradas al Sur.
Los tucumanos son grandes jugadores de billa, que no es billar ni pool. Es un extraño y muy popular juego en el cual se va al frente o se juega al quedo, escondiéndose atrás, en una zona segura, protegida. Pareciera que esa es la actitud de Morales Solá, quien cada vez que abrió la boca fue para decir que no y para negar su presencia en algunos lugares, lo que fue desmentido después con pruebas irrefutables. Afirmó que en 1976 ya estaba en Buenos Aires y el sitio Diarios sobre Diarios reveló una foto suya en un brindis con Bussi por el día del periodista en junio de 1976. Aseguró que nunca había estado con Bussi y él mismo publicó una nota en el diario El País, contando que hasta había asistido a su “ungimiento” como gobernador de la dictadura.
Lo último, ¿porqué Perfil salió a defender a Morales Solá y quiere desacreditar a Miradas al Sur? Los memoriosos y mal pensados aseguran que es una devolución de favores. En 1998 el empresario Jorge Fontevecchia cerró su diario Perfil “entre gallos y medianoche”, al decir del colega Miguel Bonasso. Lo hizo a espaldas de los trabajadores y de manera artera. Cuando ya no quedan periodistas en la redacción, insertó en la última página de lo que sería la última edición un editorial con el título Hasta pronto. No sólo los trabajadores que quedaban en la calle, casi todo el mundillo periodístico criticó esa actitud, incluso los otros diarios que festejaron el cierre. Morales Solá invitó a Fontevecchia al programa que tenía entonces en la televisión abierta para que, durante casi una hora, “explicara” su decisión. Los trabajadores del diario Perfil , estafados y arrojados a la desocupación, tienen muy presente el odio y la impotencia que experimentaron esa noche, una verdadera consagración de la impunidad.
http://sur.elargentino.com/notas/devolucion-de-favores
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