Discurso de H.I.J.O.S. en la apertura de la Casa de la Militancia
Compañeros y compañeras militantes!!! Queremos darles la bienvenida a esta Casa, que partir de este momento es NUESTRA, y cuando decimos “nuestra” nos referimos a que es de todos, de cada organización que emprenda una lucha justa, de cada compañero y compañera que abrace la militancia.
Por este lugar, la ESMA, pasaron muchos de nuestros padres y madres, nuestros compañeros y compañeras. Acá nacieron nuestros hermanos y hermanas.
Éste fue un lugar de dolor, de tristeza y de muerte. Ahora, con este acto, estamos inaugurando la Casa de la Militancia, para que este sea un espacio de esperanza, construcción, vida y futuro.
En este predio se aprendió a defender los intereses de los poderes concentrados y aquí se enseñó un concepto de patria vacío y exclusivo, de patria VIP, cuya terminal ideológica estaba en potencias extranjeras. Se enseñó a pelear contra nuestro pueblo, de acá salieron los que pilotearon los aviones que bombardearon la Plaza de Mayo en 1955, acá se planificó y se ejecutó un genocidio contra el pueblo argentino.
Queremos que este lugar sea de todos, queremos llenarlo de política, debate, que se honre permanentemente a LA MILITANCIA, al compromiso, a la solidaridad, al sacrificio, a la alegría y a la organización.
La historia nos enseña que con militancia y organización se pueden construir grandes proyectos. Y, definitivamente, la historia nos revela que el poder le teme a la militancia y a la organización.
Hoy vivimos un proceso político que nos permite al pueblo argentino desnudar los verdaderos propósitos de los poderes concentrados. Hoy las cosas están más claras y se corre el velo que les permitió durante años operar sobre el relato, sobre el sentido común, inventando una falsa verdad. Con nuestros padres y madres hicieron lo mismo: les quitaron la historia. Todo se cuenta a medias: primero eran subversivos, delincuentes y terroristas; después, cuando se exterminó una generación entera, y la magnitud de la masacre fue indisimulable, nuestros padres y madres pasaron a ser esa categoría espantosa: desaparecidos.
En ese contexto, nacimos y crecimos los H.I.J.O.S. de aquella generación. Nacimos en pleno embate represivo contra nuestro pueblo. Nos criamos con el dolor de la injusticia, pero cuando crecimos decidimos convertirlo en lucha, en compromiso, militancia, proyecto colectivo y construimos nuestra propia organización: Hijos e Hijas por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio.
Irrumpimos allá en el año 1995, siguiendo el ejemplo de Madres, Abuelas y Familiares, sumando una nueva generación a la lucha contra la impunidad, y aportando una nueva mirada, que es la reivindicación de la lucha de nuestros padres y compañeros.
Desde un comienzo nos propusimos luchar contra esa segunda desaparición que fue la de echar un manto de silencio y olvido sobre sus organizaciones, sus militancias, sus proyectos. Quisimos dejar bien en claro que eran militantes, que estaban organizados y que no eran víctimas, sino hombres y mujeres protagonistas de su tiempo, que fueron masacrados con propósitos políticos, económicos, sociales y culturales.
Obviamente, fuimos demonizados. No faltaron periodistas, medios y gobiernos que nos acusaran de violentos y vengativos.
Cuando irrumpimos, Scilingo revelaba con detalles la mecánica de los vuelos de la muerte, contaba cómo nuestros padres y madres habían sido arrojados vivos al mar. Establecimos el “Día Nacional de la Vergüenza”, cuando el genocida Bussi asumió como gobernador de Tucumán; fuimos reprimidos en la Rural en agosto de 1997, en un hecho que Menem calificó como “espectáculo diverso”; fuimos protagonistas de los actos cuando se cumplieron 20 años del Golpe; fuimos los primeros y los últimos en escrachar a Astiz y nos negamos activamente a la falsa reconciliación que nos fueron decretando los sucesivos gobiernos democráticos.
No cometimos ni un solo acto de venganza a lo largo de nuestra historia. Nuestra lucha es colectiva y política.
Nosotros inventamos el escrache para denunciar la impunidad, Decíamos: “si no hay justicia, hay escrache” y ahí estaban las fuerzas de seguridad, reprimiéndonos y protegiendo a los asesinos. Otra vez el poder falseando la verdad.
Decimos: “nuestra mejor venganza es ser felices” y así construimos nuestra organización, así hacíamos los escraches, convocando al barrio, a los vecinos, a las organizaciones, a las murgas, las radios, para construir la condena social para alcanzar la condena legal, proponiendo siempre la celebración de la participación política, renovando la militancia por la Justicia.
Allá, en esos infames años noventa, estábamos los H.I.J.O.S. irrumpiendo y sumándonos a la lucha de otras organizaciones en la resistencia al modelo neoliberal. Nos decían que era el fin de la política y los gobiernos eran simples gerentes de los intereses concentrados. Y nosotros, como otros, salíamos a reivindicar la política, la militancia y la organización.
Ahí estábamos, intentando construir los puentes con nuestro pasado, con las luchas del pueblo de ayer y también intentando construir en ese presente, los puentes y los lazos rotos del campo popular.
En aquellos años decíamos: “otro gobierno, la misma impunidad” y, mientras los genocidas caminaban libres por las calles, se sucedían los casos de gatillo fácil, se asesinaba a los compañeros militantes Víctor Choque, Teresa Rodríguez, Aníbal Verón, Pocho Lepratti, los 35 compañeros asesinados el 19 y 20 de diciembre de 2001, Maximiliano Kostecki, Darío Santillán y tantos otros.
Así pasaron nuestros primeros años como organización, luchando contra la impunidad, reivindicando a nuestros viejos y sus compañeros, buscando junto a las Abuelas a nuestros hermanos apropiados, uniéndonos a la lucha de nuestro pueblo en las rutas, en las calles y en todo lugar donde se expresara la resistencia a ese modelo que se había construido sobre la sangre de nuestros 30.000 compañeros.
El 2003 nos encontró, como a muchos, desconfiados de ese muchacho largo y desgarbado que venía del sur. Poco a poco, fuimos sabiendo que había sido militante: en su discurso de asunción ubicaba su pertenencia generacional junto a nuestros padres y madres, retomaba sus conceptos y prometía no dejar sus convicciones en la puerta de la Casa Rosada. Después, se identificó ante el mundo como hijo de nuestras queridas Madres y Abuelas, enseguida tendió su mano al viejo reclamo de justicia y se anularon las vergonzosas leyes de Obediencia Debida y Punto Final. Después, subió la apuesta y bajó los cuadros de los genocidas Videla y Bignone, para después hacer ese acto inolvidable: la apertura de la ESMA al pueblo argentino.
Nuestra organización, por su ubicación geográfica en ese día, fue testigo de la cara de emoción de Néstor cuando abrió las puertas de este lugar. Era la de un militante haciendo Justicia, la de un militante que como presidente no dejaba sus convicciones atrás.
Nosotros recordamos muy bien cómo fue criticado en esos días por haber pedido perdón en nombre del Estado. Se lo acusó de demagogo y de usar políticamente la causa de los Derechos Humanos. Nosotros, ese día, como la mayoría del pueblo argentino sentimos una profunda satisfacción y fuimos concientes de la importancia histórica de ese pedido. Además, ese militante y presidente, estaba haciendo lo que ningún otro había hecho: oír al pueblo y sus organizaciones. Hasta ese momento nadie había convocado en su proyecto político a los Organismos de Derechos Humanos, siempre se nos había marginado, éramos un problema sin resolución.
Poco a poco, fuimos perdiendo esa desconfianza inicial. Todo cambiaba. Se nos abría la posibilidad de los juicios a los genocidas. Y así fue cómo los militantes de H.I.J.O.S. tuvimos que aprender rápidamente sobre leyes y procesos penales.
Los juicios no son para lamernos las heridas. Tienen una importancia enorme para que nuestro país construya su futuro. Nosotros no somos familiares de víctimas que por fin pueden tener una reparación legal. Nosotros somos militantes que tenemos convicciones políticas, esas convicciones nos llevaron a organizarnos, a no buscar la venganza, sino la justicia, cuando reinaba la impunidad; y esas convicciones políticas nos llevan hoy a ponerle el cuerpo a los juicios, a bancarnos el relato del horror pormenorizado sobre nuestros padres y madres, y a no caernos y seguir, y seguir para adelante en la construcción de justicia.
Los juicios no son un tema fácil ni sencillo. Hubo muchos años de impunidad, hay muchos sectores poderosos que prefieren el silencio y el olvido. Sectores civiles, del poder judicial y empresarios intentan obstaculizar el camino a la Justicia. Todo eso llega al extremo máximo en la desaparición no esclarecida de Jorge Julio López.
Todo vale para los que quieren la impunidad, así descalifican el proceso de Justicia, diciendo que la memoria es incompleta, ensuciando con sus operaciones a las organizaciones de Derechos Humanos, destinando sumas incalculables de dinero para entorpecer causas, como han hecho los dueños del multimedio Clarín en los casos de Felipe y Marcela Noble Herrera, con el único propósito de ensuciar la cancha para que alguien en nombre de una falsa paz y una falsa reconciliación decrete nuevamente la impunidad.
Queremos decir que no vamos a retroceder ni un paso en este proceso de Justicia que se inició en el seno de nuestro pueblo, con Madres, Abuelas y Familiares, que se renovó con la irrupción de nuestra organización, H.I.J.O.S., que acompaña el pueblo argentino y que es política de Estado desde el gobierno del compañero Néstor Kirchner y que continúa su marcha constante en el gobierno de nuestra compañera Cristina.
También queremos decir que los juicios son una reparación histórica, sientan un precedente, institucionalizan un corte en la historia. La Argentina da un salto de calidad institucional definitivo que debe comprometernos a construir un futuro mejor.
Las Fuerzas Armadas se institucionalizaron como tales en las guerras fraticidas, la guerra genocida de la Triple Alianza y el genocidio a los pueblos originarios denominado “Conquista del Desierto”. Cien años después, en 1976, ejecutaban un genocidio a tono con el cruel debut. Entre una cosa y la otra, pasaron 100 años y hay una lista interminable de asesinados por las Fuerzas Armadas y de Seguridad. Los intereses de unos pocos eran protegidos por un aparato represivo apuntado contra nuestro pueblo, como si fuera un ejército de ocupación.
Aquí están los compañeros de H.I.J.O.S. de Uruguay, Chile, México y Guatemala que siguen luchando contra la impunidad que reina en sus países. Los juicios por delitos de lesa humanidad tienen que ser un orgullo nacional y deben afirmar nuestra solidaridad con nuestros hermanos latinoamericanos para que esta reparación histórica sea bandera común y orgullo en toda la Patria Grande.
Queremos decir también que el otro plano de esta lección de la historia es el plano político. Queremos dar el debate político sobre nuestro pasado y decir que desde el primer momento, se intentó falsear la historia. Muchos de los grandes medios que hoy tergiversan el presente, contribuyeron con ese invento nefasto que fue la teoría de los dos demonios, que consiste en ocultar los verdaderos propósitos de la dictadura genocida y presentar todo como si hubiera sido una pelea entre los genocidas y los compañeros. La teoría de los dos demonios es falsa. Ahí está el testimonio de ese enorme militante, Rodolfo Walsh, en su “Carta abierta”, describiendo profundamente el propósito del plan que se inició en marzo de 1976.
La represión, la tortura y la desaparición fueron la respuesta a la organización y la militancia. El ataque apuntaba contra los objetivos colectivos, contra el proyecto de país que unía al hijo del obrero con el hijo del profesional, al trabajador con el estudiante, a miles de jóvenes movilizados, organizados y militando por un país para todos.
Como decía ese asesino, el gobernador de facto de la provincia de Buenos Aires, Ibérico Saint Jean: “primero mataremos a todos los subversivos, luego mataremos a sus colaboradores, después a sus simpatizantes, enseguida a aquellos que permanecen indiferentes, y finalmente mataremos a los tímidos”.
Esta frase es la definición política del terrorismo de Estado. Todo esto, con el propósito de instalar el modelo de exclusión y miseria.
Aquella generación masacrada en la década del ´70 se crió viendo Golpe de Estado tras Golpe de Estado. Irrumpió a la política cuando gobernaba otra dictadura, esa generación vio el bautismo de fuego de los aviones de combate bombardeando al pueblo argentino en la Plaza de Mayo, vio cómo en nombre de una falsa democracia se proscribía al movimiento político mayoritario durante 18 años, y cómo militantes eran fusilados por otra dictadura, vio represión a huelgas, universidades, presos políticos y vio cómo los sectores del poder decretaban que la militancia, la participación y la organización eran delito.
En ese contexto se criaron nuestros padres. Cabe, entonces, preguntarse si la irrupción de las organizaciones donde militaban son consecuencia de la represión y los sucesivos Golpes de Estado. Nuestros padres y madres fueron hijos de su tiempo. Estaban influenciados por la Cuba revolucionaria, por la entrega militante del Che, por la lucha valerosa del pueblo vietnamita, por otros miles de compañeros que a lo largo y ancho de nuestro Continente peleaban por la liberación, por los sacerdotes del tercer mundo, por la resistencia peronista y, sobre todo, por su amor incondicional al pueblo.
Basta ver qué pasó en nuestro país a partir de esa feroz represión, cuáles fueron sus resultados, para ver quién es quién en la historia. Preguntémonos cuántas fábricas se cerraron, cómo se concentró la economía, de dónde salieron las relaciones carnales, preguntémonos por nuestra deuda externa. En fin, preguntémonos quiénes fueron los ganadores y perdedores del modelo iniciado el 24 de marzo de 1976, que tuvo su antecedente en la nefasta Triple A.
Hoy tenemos la oportunidad de construir otra cosa: un país con memoria, verdad y justicia. Muchos de nuestros compañeros y compañeras de H.I.J.O.S. ya pudieron sentir lo reparador de ver condenados a los asesinos o desaparecedores de sus padres y madres, otros las esperan, otros inician sus causas, pero todos, absolutamente todos, somos concientes del tiempo que nos toca vivir.
Ya no somos tan jovencitos, algunos tenemos hijos y vemos el proceso político que se abrió el 25 de mayo de 2003. Ahí estamos los H.I.J.O.S. construyendo en lugares como éste: sitios para la memoria, para la memoria viva, que construye un futuro mejor.
Nosotros cantábamos “los que cayeron son nuestra memoria, de la resistencia a la victoria”. Ahora es el tiempo, compañeros y compañeras, ahora es el tiempo de construir la victoria.
Esta casa, este lugar, tiene nuestro compromiso irrenunciable de ser llenado de vida, militancia y política, le guste a quien le guste y pese a quienes pretenden que la memoria sea algo estanco y cómodo. A quienes quieren gestionar la memoria.
Nosotros queremos homenajear a la militancia, a la organización, a los proyectos colectivos, a todas y todos los que son militantes. Creemos que es necesario machacar con esto: la importancia que tiene cada joven, cada mujer, cada hombre que decide ser militante.
La historia nos enseña que no es cierto aquello de que al compañero caído se lo reemplaza: cada militante es irremplazable. Cada compañero que cae, cada militante que abandona el compromiso es insustituible.
Compañeros y compañeras, nuestros objetivos y proyectos necesitan de todos, necesitan que seamos más los comprometidos. Los enemigos del pueblo pueden reemplazar a sus mercenarios, con su dinero y con su poder, rápidamente llenan sus organigramas. Nuestros 30.000 compañeros han sido y son irremplazables.
Hoy, que nuevamente la juventud comienza a ser protagonista, debemos cuidar a los militantes. Los que somos un poco más viejos debemos sentirnos orgullosos con nuestro aporte en la noche fría de los ´90. Las nuevas generaciones que toman la llama sagrada de la militancia vienen a aportar frescura, irreverencia, otras miradas y muchísima fuerza a la causa del pueblo.
Poco ayudan los celos individualistas y cortoplacistas, poco ayuda si la rosca, se impone a la construcción colectiva. Todos debemos comprometernos a ser cada vez más inclusivos, más abiertos, a ser, más y más. La política tiene que ser para todos.
Ahí están los miles de ejemplos de militantes a lo largo de nuestra historia. Ahí esta el legado de ese gran militante que fue Néstor Kirchner, ese compañero que fue Presidente y que con sus convicciones militantes abrió un proceso político lleno de esperanza, que no debe detenerse.
Hoy la compañera Cristina necesita de todos y cada uno de nosotros, necesita que seamos cada vez más. Este proceso político que conduce nuestra Presidenta se sustenta y profundiza yendo para adelante. Este tiempo requiere que cada vez seamos más los comprometidos.
Nuestra agrupación tiene 16 años de historia, parecen pocos, pero ha pasado mucho en estos años. Tal vez, para los jóvenes que inician la militancia en estos últimos años sea mucho. A ellos les queremos decir que nuestros padres y madres, que Néstor y Cristina, no militaron ni militan por el progreso o por “la Republica”. Esas causas son estimables, pero resultan abstractas si no sientan su raíz con la Causa del pueblo sufriente y dolido, del pueblo de carne y hueso: es el punto de partida para construir el progreso o la República.
Los 30.000, Néstor y Cristina nos invitan a esa causa: la del Pueblo. Comprometámonos a que la redención social de quienes necesitan ser redimidos, la reivindicación de los que esperan ser reivindicados y la reparación de las injusticias deben constituir la más alta finalidad de la participación política.
Está Casa hoy está llena de militantes. Acá estamos todos nosotros. Esto nos emociona mucho, muchísimo. Porque esta inauguración es otra victoria más. Y, como todas, es colectiva, se hace con el compañero y compañera de al lado, con los cientos de militantes que estamos acá, haciendo política, reivindicando la militancia.
A partir de hoy, este lugar es de todos los militantes. Se abre para siempre para que la llenemos con ideas como talleres, charlas, proyecciones, debates, encuentros, y también para el proyecto de radio que pronto será una realidad: una radio en la ex ESMA, con todas nuestras voces.
De acá nos iremos con el corazón ardiendo y la cabeza bien fría, de acá nos vamos a construir la Patria de todos, la de nuestros miles y miles de compañeros caídos a lo largo de estos 200 años de historia, la de los 30.000, la de Néstor.
COMPAÑEROS Y COMPAÑERAS: QUEDA INAUGURADA LA CASA DE LA MILITANCIA.
Compañeros: 30.000 veces venceremos!!!
Hasta la victoria siempre!!!
30.000 compañeros desaparecidos, presentes!
Ahora y siempre!
H.I.J.O.S.
http://www.hijos-capital.org.ar/index.php?option=com_content&view=article&id=843:discurso-de-hijos-en-la-apertura-de-la-casa-de-la-militancia&catid=1:comunicados&Itemid=396Explícate: oh, sereno navegante del éter de nuestras calles que buscas hacer Justicia para nuestro Pueblo. ¿Por qué deberías renunciar a cualquier otra forma de lucha que no fuera la de ir por Justicia en Paz y en Democracia cuando se encuentra legitimada como otra forma de lucha y de resistencia, desde la propia doctrina de la nuestra Iglesia alzarse, incluso con violencia si fuera necesaria, contra la opresión?
¿Qué os aqueja amados HIJOS que estáis dispersos en cuanto a seguir las consignas del conjunto?
Porque, este humilde vasallo vuestro detecta al menos dos severas derrapadas en vuestro discurso. No me gusta recorrer tanto al pedo las calles, incluso soportar que os ríais descacharrantemente de mi burdo aspecto cuando me acerco a vuestros seguros territorios, pero, debo decir que me dejais perplejo con tanta dispersión... Son los Juicios, ¿verdad?
Bueno, de todos modos, y como me suele decir mi tutora: muy bien 10, con mayúsculas y con tres signos de admiración.
Los demás os podeís ir "a dar por culo".


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