E l dato cabía en cinco palabras: “El tipo se hizo humo”. El tipo no era otro que Pablo Schoklender, cuyo paradero –según un oficial de la División Investigaciones Federales de Crimen Organizado (Difoc)– pasó a ser un misterio.
Ello habría sucedido después de trascender públicamente el subrepticio ingreso de cinco personas encabezadas por él durante la noche del 3 de junio en la sede de la Fundación Madres de Plaza de Mayo, ubicada en Hipólito Yrigoyen 1520, con el propósito de retirar documentos comprometedores. Ya se sabe que tal incursión aceleró su salida de aquella entidad. Y también -siempre de acuerdo al uniformado-, su presunto salto hacia la vida clandestina. De hecho, hace casi una semana que en su casa del country El Patacón, de Pilar, no había ningún rastro suyo. “El tipo se hizo humo”, repitió el policía.
Su jefe, el comisario Néstor Roncaglia, asimiló el asunto con un rictus de asombro. Y partiría con premura a los tribunales de la avenida Comodoro Py para comunicar la novedad en el Juzgado Federal Nª 5, a cargo de Norberto Oyarbide. Allí, por toda respuesta, le mostraron un escrito que acababan de presentar los abogados del aparente fugitivo, en el que éste negaba su participación en el hurto de aquellos papeles.
Poco antes, al retirarse, los doctores Gonzalo Romero Victorica y Ramiro Rubinska se cruzaron con un colega. Y le deslizarían una infidencia sobre su cliente: “El muchacho está muy deprimido”. También añadieron otras precisiones: Pablo permanecía recluido en la casa de la novia; su única actividad consistía en leer los diarios con avidez, mientras despotricaba contra Sergio. Los letrados dieron a entender que el vínculo entre los dos hermanos estaba quebrado.
El comisario Roncaglia no tardó en enterarse de esas circunstancias, pero por boca del propio Oyarbide, quien ya estaba al tanto de ellas. Tal vez ahora el magistrado soñara con un careo entre los Schoklender. Pero aún no era el momento.
A diferencia del bajísimo perfil de Pablo, su hermano mayor mantuvo en estos días un notable nivel de exposición. Tanto es así que, en la mañana del martes, cuando llevó a su hijo al colegio Jean Piaget -cuya propiedad se le atribuye- fue increpado por un grupo de padres, quienes en medio de insultos y amenazas le pidieron explicaciones por la catastrófica situación financiera del establecimiento. El miércoles se dejó caer en el country El Patacón, poco después de que efectivos de la Difoc allanaran allí unas ocho viviendas -entre ellas, la de Pablo-, para comprobar que habían sido edificadas con materiales del Plan Sueños Compartidos. Finalmente, el jueves se constituyó, junto con el abogado Adrián Tenca, en la puerta del despacho de Oyarbide para pedir por octava vez ser indagado, a sabiendas de que el juez aún no cuenta con elementos suficientes para procesarlo por asociación ilícita, desvío de fondos y lavado de dinero. Schoklender volvió el viernes, pero tampoco fue recibido. Es que -según confirmó Miradas al Sur a través de una fuente relacionada con la fiscalía federal a cargo de Jorge Di Lello- aún no se pudo determinar el mecanismo con el que, presuntamente, los hermanos Schoklender derivaban dinero de la Fundación a las sociedades en las que Sergio tiene mayoría accionaria. En ello, justamente, reside el enigma del caso.
El rufián melancólico. En cierto modo, la figura de Schoklender remite a la de Noé Trauman, el legendario proxeneta polaco que en 1906 hizo base en una pequeña sociedad judía de socorros mútuos, La Varsovia -posteriormente rebautizada como Zwig Migdal- para convertirla en un imperio prostibulario que llegó a controlar en Buenos Aires unos tres mil lupanares. Es posible que Schoklender se haya inspirado en semejante personaje para impulsar desde la Fundación presidida por Hebe de Bonafini su fabuloso ascenso social.
Con el paso de las horas, nuevas propiedades y empresas se añaden al entramado de inmuebles, sociedades anónimas, aviones, yates y vehículos de alta gama que conformarían su patrimonio. Ello se desprende de la montaña de evidencias documentales incautadas por Oyarbide en los casi 30 allanamientos que ordenó desde el 3 de junio, cuando se hizo cargo del expediente. Desde entonces -junto con otras tareas investigativas- el magistrado y Di Lello, con la colaboración del director de la Unidad de Investigaciones Financieras (UIF) y el fiscal antilavado, Raúl Plee, trata de reconstruir el origen y la ruta de unos 50 millones de pesos en cheques de la empresa Meldorek, que Sergio, Pablo y sus cómplices depositaban en financieras para luego cobrarlos en billetes de baja denominación.
De hecho -según reconoció a Miradas al Sur el abogado de la Fundación, Eduardo Barcesat- todo lo que la entidad recibió del Gobierno en relación con los contratos de obra pública “está respaldado por las obras ya entregadas y las que aún están en ejecución. O sea, no hay un desfasaje entre el dinero y las obras. Lo que pasó es que los fondos destinados a futuros emprendimientos fueron desviados a través de empresas pantallas”.
Las palabras de Barcesat están respaldadas por los hechos. A modo de ejemplo, el gobernador de Chaco, Jorge Capitanich, aseguró en una consulta telefónica con este medio que su administración está “en condiciones de dar todas las documentaciones que certifican la correcta ejecución del Plan Sueños Compartidos”. Por lo pronto, se sabe que desde 2006 a la fecha la Fundación entregó 5 mil viviendas, jardines de infantes, escuelas y centros de salud, para lo cual contaron con unos 6 mil trabajadores. Al respecto, de acuerdo con las auditorías de la fundación y los peritajes financieros realizados por cuenta del juzgado federal, los faltantes en la entidad de las Madres corresponderían a cargas sociales impagas, junto a otros impuestos. Pero dichas maniobras, pese a ocasionar un gran perjuicio económico a la Fundación, no logran explicar el gigantesco volúmen de dinero en danza. Sí existe cierta certeza sobre una gran cantidad de operaciones sospechosas, en las cuales resultan involucradas numerosas cuevas financieras y sociedades que no se sabía que existían. Pero el juzgado y las fiscalías aún están lejos de armar un esquema de pruebas ni tienen en claro cuales fueron las maniobras y delitos que se le podrían imputar el polémico ex apoderado. En este punto, asoma una hipótesis no menos inquietante.
Hijos de tigre. Según pudo saber Miradas al Sur, los investigadores no descartan que las posibles maniobras de lavado provengan de algúna fortuna en negro que haya pertenecido al padre de Pablo y Sergio, el malogrado ingeniero Mauricio Schoklender. Su herencia, por cierto -unos 100 millones de dólares- fue a parar a las arcas de su hija menor, Ana Valeria, quien en la actualidad tiene 48 años. De ella sólo se sabe que, en la década del ‘80, tras contraer enlace en con un alto ejecutivo de la empresa que dirigía si padre, cambió su identidad, antes de irse a vivir al extranjero. De esa suma, Pablo y Sergio no recibieron un centavo, por haber sido condenados por el asesinato del hombre que generó dicha suma.
El ingeniero Schoklender presidía la firma Pittsburg & Cardiff en la Argentina, que representaba grupos empresarios europeos dedicados a la industria bélica, incluyendo el holding alemán Thysse. Durante la última dictadura, ese hombre fue una pieza clave en la transferencia de tecnología para instalar fabricas de tanques de guerra Tamse y y submarinos en el astillero Domeq García. A la vez, negoció la compra para la Armada de seis corbetas Meko 140, cuatro submarinos TR 1700, además de cuatro fragatas destructoras de fabricación alemana. Sus contactos con las Fuerzas Armadas eran de primer nivel: el almirante Eduardo Emilio Massera era su interlocutor por la Armada y el general de división Guillermo Suarez Masson negociaba con él en representación del Ejército. Es un secreto a voces que tanto el ejecutivo de la Pittsburgh & Gardiff como los dos uniformados supieron endulzar sus acuerdos comerciales con suculentas comisiones. A raíz de los asesinatos de Schoklender y su esposa, Cristina Silva, se barajaron teorías que señalaban a grupos de tareas al servicio de Massera y Suárez Masson como sus responsables. La Justicia, sin embargo, terminaría por comprobar que los autores de esas muertes no fueron otros que Sergio y Pablo. Pese a ello, persistiría a través del tiempo un interrogante acerca del patrimonio real del finado, ya que -por razones obvias- el monto económico que habría acumulado a través de sus negocios secretos no podía formar parte de la herencia legal recibida por Ana María. En consecuencia, no se descarta que los doblones de ese tesoro oculto, obtenido por el ingeniero a trav{es de aquellos ya añejos actos de piratería financiera sean los que, tres décadas después, sus dilectos vástagos hayan reinstalado en el circuito legal.
Esta constelación de hechos y circunstancias dan a entender que la pesquisa centralizada en el juzgado de Oyarbide recién empieza. Todos los días afloran nuevos bienes y m{as enigmas. Por ello, el juez decidió extender el secreto de sumario por otros diez días.
Mientras tanto, cada mañana, en la puerta del juzgado, Sergio está solo y espera.
• CAUSA PARALELA. Una extraña dialéctica para imputar a José Sbatella
El titular de la Unidad de Investigaciones financieras (UIF), José Sbatella, fue imputado judicialmente en el marco del escándalo financiero protagonizado por los hermanos Sergio y Pablo Schoklender. El fiscal Guillermo Marijuan dictaminó que el funcionario –quien fue nombrado por Cristina Kirchner en enero de 2010– debe ser investigado en una causa penal para determinar si cometió el delito de incumplimiento de los deberes de funcionario público. La acusación: es por haber supuestamente demorado una denuncia abierta contra el ahora ex apoderado de la Fundación Madres de Plaza de Mayo., El affaire saltó a la luz el 26 de mayo, al trascender su alejamiento de la entidad, Ello hizo que dos legisladoras de la Coalición Cívica ,Elsa Quiroz y Maricel Etchecoin, exhumaran del olvido una denuncia por lavado de dinero radicada por ellas contra Schoklender el 18 de junio de 2010 ante la (UIF), a raíz de la compra de una propiedad en José C. Paz. La persistencia mediática de las dos señoras puso al descubierto un expediente de 4 mil fojas que, con anterioridad y en el mayor de los sigilos, desarrollaba dicho organismo sobre esa misma persona. Tales carpetas fueron los que en los primeros días de junio Sbatella envió al juez federal Norberto Oyarbide. Pese a ello, Sbatella fue querellado. El 28 de febrero de 2008, Schoklender hizo una operación de compraventa que incluía 12 lotes y un inmueble en José C. Paz. Esa propiedad tiene 19 habitaciones, 14 baños, cancha de tenis y de fútbol, vestuarios, juegos para niños, quincho para 60 personas, piscina de 145 metros cuadrados, solarium, terraza, caminos internos, fuentes decorativas, pérgolas antiguas y hasta una suerte de discoteca. La mansión está en medio de una vegetación exuberante, y 12 mil metros cuadrados de parque bajo una privacidad absoluta: un muro de ladrillos impide que algo pueda verse desde afuera. La operación fue fijada en 95 mil dólares, pero su propietario original, Jorge Grisolía, sólo recibió un pago de 10 mil y seis documentos que jamás fueron cancelados por Schoklender. En consecuencia, la presentación por lavado de dinero realizada por las diputadas Quiroz y Echecoin Moro no se basa en un movimiento financiero sino en una deuda impaga, lo que –como se sabe– supone la ausencia de dinero. “La denuncia de esas dos mujeres vale tanto como un Rolex fabricado en la Triple Frontera”, dijo Sbatella a Miradas al Sur. Y explicó que, en el momento de ser acusado, trataba de determinar el “delito precedente”, sin el cual es imposible iniciar una causa por lavado. Eso es, precisamente, lo que ahora Oyarbide intenta saber.
Dos fotos añadidas por el autor de la página: Ernesto "Che" Guevara caracterizado para poder salir de Cuba y partir hacia el Congo:

Genial: me parece que ya me conseguí los fonditos necesarios para ponerme a publicar un diarito en Hungría.
Bueh, otro que sabe mucho de "húngaras" es Lanata, lo que pasa es que yo tenía 15 años recién cumplidos, en cambio, los que le enseñaron a él "esas cositas" eran bastante más adultos, aparte a mi no me daban (ni me dan ("y al cabo que ni quería" tampoco), el estatus para "hungaras" ni en pedo...


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